viernes, 7 de mayo de 2010

A través de la eternidad


A través de la eternidad
La Belleza descubre Su forma exquisita
En la soledad de la nada;
coloca un espejo ante Su Rostro
y contempla Su propia belleza.
Él es el conocedor y lo conocido,
el observador y lo observado;
ningún ojo excepto el Suyo
ha observado este Universo.

Cada cualidad Suya encuentra una expresión:
la Eternidad se vuelve el verde campo de Tiempo y Espacio;
Amor, el jardín que da la vida, el jardín de este mundo.
Toda rama, hoja y fruto
revela un aspecto de su perfección:
los cipreses insinúan Su majestad,
las rosas dan nuevas de Su belleza.

Siempre que la Belleza mira,
el Amor también está allí;
siempre que la belleza muestre una mejilla sonrosada
el Amor enciende su fuego con esa llama.
Cuando la belleza mora en los oscuros vallecitos de la noche
el Amor viene y encuentra un corazón
enredado en los cabellos.
La Belleza y el Amor son cuerpo y alma.
La Belleza es la mina, el Amor, el diamante.

Juntos han estado
desde el principio de los tiempos,
lado a lado, paso a paso.


Deja tus preocupaciones
y ten un corazón completamente limpio,
como la superficie de un espejo
que no contiene imágenes.
Si quieres un espejo claro,
contémplate
y mira la verdad sin vergüenza,
reflejada por el espejo.
Si se puede pulir metal
hasta asemejarlo a un espejo,
¿qué pulido podría necesitar
el espejo del corazón?
entre el espejo y el corazón
ésta es la única diferencia:
el corazón oculta secretos,
pero el espejo no.


The Divani Shamsi Tabriz, XIII

Subway


Su mirada era pasiva, casi al extremo de la exasperación
dio un paso corto, pero volvió sobre sus talones;
él tan sólo le dirigió una afable sonrisa... las reservaciones ya estaban hechas
y la noche no podía tardar mucho en llegar.
La capa aún estaba suspendida en sus viriles y erguidos hombros,
la pulcra camisa de lino, ocultaba su brutal palidez cadavérica
pero a ella no le hubiere importado de todas formas...

Una amapola, y una rosa blanca...

lunes, 3 de mayo de 2010

Sobre el vampiro seductor de la triste figura...


¿Por qué renegaba de su esencia? Esa era la pregunta.
Elegante, de ojos claros, delgado, pálido y poseedor de una belleza casi insultante, sus definidos y prominentes pómulos siempre despertaban una especial atención en los que le veían. Un verdadero inmortal entre inmortales.
Él inició a varios de nosotros… a todos, en cierta forma. El padre de la estirpe vampírica fuma su cigarrillo, pasea por las oscuras callejas; pero ya no busca el cuello de una desprevenida doncella, o el de algún dosel (¿por qué no?) Tan sólo va por las ruidosas avenidas, enfundado aún en su sepulcral y riguroso negro, con aquel largo y mítico abrigo ceñiendo su talle, ora ondeando al viento, ora cayendo suave y elegantemente desde sus hombros erguidos... El vampiro ha salido de su campanario; tan sólo para ya no querer ser más un inmortal.
Estaba claro... el padre indiscutible (y el único), el vasallo de las tinieblas, el mítico heredero de Bela Lugosi ya no quería tener nada que ver con nosotros: sus hijos.
Quizás tan sólo era el hastío que muchos vemos con el correr de los años: viendo morir, viendo nacer… un ciclo en el cual somos marginados… eternamente condenados a una vida eternamente maldita (pero no por ello menos seductora, queridos míos) Tal vez el vampiro ya no podía cargar con más culpas; demasiadas vidas tomadas, y otras más por tomar aún: nunca a destiempo, nunca irrespetuoso. Sus víctimas siseaban su nombre en el frío de la noche… él aguardaba, sereno, como el atractivo caballero bajo el amparo de la noche plutónica luciferina. Nunca fue un pecado. O… quizás era otra cosa: ¿Sería a caso que Lestat había encontrado a su Rowan?...
No era nada de eso.
Madurez... ese era el término adecuado que vino por divina inspiración a mi mente. ¿Madurez?... Porqué no.
Nuestro vampiro quizás ya no quiso hacerse responsable de su obra… era un anhelo de libertad… un anhelo de independencia. Aunque sabía que no podía dejarnos… siempre estaríamos allí: bastardos amparados bajo las tinieblas; aguardando por una seña suya; una única nota; en re mayor o menor… o en la clave que fuese (aunque sea cierto que gustamos más de los desgarradores bajos…)
Con un rostro de penitente piadoso, se queda estático en aquella esquina. Lo miro y pienso que quizás, y sólo quizás, haya pensado en Marlene Dietrich como en sí mismo... su vida era un lugar común... la estrella más brillante del firmamento; hermosa, alta, regia y altiva… pero solitaria al fin y al cabo. Lo miro y no puedo evitar pensar en Cardenal y sus analogías ‘como un beso con los ojos cerrados […] que cuando se abren, se descubre que fue bajo los reflectores’… a su modo, quizás, también él vivió por nosotros, para nosotros… y me siento culpable por su triste silueta; responsable indirecto por la suerte de aquel caballero andante. Creo habérselo oído alguna vez; en algún punto, tan sólo hizo lo que creyó que iba de acuerdo con las exigencias de los suyos. Nosotros, de algún modo ya habíamos cubierto su tumba mientras él aún cantaba nuestros lúgubres himnos. Sí, digo nosotros, aunque personalmente no hubiese nacido a las tinieblas, ni a la luz tal vez... de alguna manera; también nosotros, los ausentes de aquel entonces, clavamos la estaca en su corazón.
¿Qué pasó entonces? Comprendió que no podía ser nuestro mártir. Que no podía vivir su no vida bajo nuestras ansiosas miradas. Quizás estuvimos bien en nuestro papel de espectadores mientras observábamos al muchacho andrógino que sobre los escenarios jugaba su rol de seductor incansable, insalvable e irresistible… aquel ente con el cual absolutamente ningún contacto personal puede resultar repulsivo (más menos como diría Armand de Lestat, si recordáis mejor que vuestro humilde servidor) Pero el tiempo pasó; y aquel muchacho buscó nuevos rumbos...
Nuevos horizontes...
¿Por qué no lo dejamos ir, entonces? Un brutal egoísmo de nuestra parte es querer aferrárnos a su abrigo y estar dispuestos incluso a arrodillarnos, llorosos y suplicar su regreso (sabemos que muchos lo haríamos, seamos sinceros) Pero, por otra parte, queridos míos, si hay algo que nos ha legado nuestro buen Lestat es una valiosa lección: el amor es sacrificio. ¿No sacrificó a caso su propio amor Lestat al dejar ir a su amada Rowan?... claro que sí. Él la amaba, y por ella hizo aquel magnífico acto de redención. Un amor incondicional; un amor más allá del tiempo, sin medidas, sin restricciones, sin nombres, sin edades… sin épocas. Un atemporal sentimiento que lo consume todo, que lo ahoga todo… quizás los griegos, adivinando esto, fue que sacralizaron el fuego; el fuego hace que las cosas renazcan; el amor incinera todo…renueva todo. No trata del sol… no trata de muerte, trata de un avance… un ‘más-allá’ como el décimo arcano del tarot; la rueda. Así vemos como nuestro Ermitaño da un paso más allá...
Me cuesta creer que se me haya hecho tan tarde ya. Así, mientras le doy una última mirada, y lo dejo, con una sonrisa en los labios, recuerdo unas sencillas líneas de García Lorca:

“El jovencito se olvidaba.
Eran las diez de la mañana.
Su corazón se iba llenando
de alas rotas y flores de trapo.
Notó que ya no le quedaba
en la boca más que una palabra.
Y al quitarse los guantes, caía,
de sus manos, suave ceniza.
Por el balcón se veía una torre.
El se sintió balcón y torre.
Vio, sin duda, como le miraba
el reloj detenido en su caja.
Vio su sombra tendida y quieta
en el blanco diván de seda.
Y el joven rígido, geométrico,
con un hacha rompió el espejo.
Al romperlo, un gran chorro de sombra
inundo la quimérica alcoba.”


Adiós mi buen Peter, hasta siempre…

viernes, 30 de abril de 2010

The boy you loved is the man that you fear


Hay tantas cosas que quisiera hacerte en este momento… y sin embargo, ninguna llega a ser tan sexual como piensas, mientras me miras con un dejo de lascivia.
Que estoy muy cambiado, es cierto querida, te lo concedo. Atrás quedó la vacía y simplona careta del buen cristiano, como deseaba mamá, como esperaba papá. Tan casto como el más frustrado de los obispos, asentí cada vez con una expresión de sumisión total, en tanto que planeaba la caída de los imperios, viendo rodar cabezas por negros y profundos acantilados de hielo y fuego.
¿Si quisiera tomarte?... pues, en realidad no. Sería quizás muy simple, tan sólo un leve forcejeo, unos cuantos besos vacíos, labial en mi camisa y tus gemidos. Memoricé la escena desde la primera vez que me vi reflejado en tus ojos. Tanta banalidad me tiene impresionado, y a la vez, sin cuidado.
“Demasiado guapo para llevar encima esos andrajos.” Piensas entonces al verme aparecer vestido como el más imperfecto hombre de bien, como el más perfecto pordiosero que se haya visto jamás. Quizás antes solía ir de seda y rubíes, y ahora mis ropajes no son más que jirones a punto de desvanecerse... tristes telas descoloridas y desoladas. Cariño, no me importa que me vean como un pobre diablo, después de todo, en realidad sólo yo sé la verdad de mi propia vida.
Y cuando me paso largo rato contemplando los cuervos, no temo ser tomado por un imbécil, sabiendo que imbécil tan sólo es aquel que así me piensa.
No temo ser tomado por loco cuando sé que he de ser el más cuerdo.
Seré el loco entre los cuerdos, seré el pobre diablo entre los ricos, seré la triste imagen de la tristeza misma, seré el melancólico emisario de Dios... y cuando ya nada sospechen, cuando ya sean míos... sabrán entonces que soy el emisario del mismísimo diablo.

In the Night


...Tengo hoy la Muerte frente a mí
como la convalecencia ante un enfermo,
como entrar a un jardín después del lecho.
Tengo hoy la Muerte frente a mí
como la dulce fragancia del beleño,
cual bogar a la vela en un día de viento.
Tengo hoy la Muerte frente a mí
como perfume de lotos abiertos,
cual el vaso de agua que calma al sediento.
Tengo hoy la Muerte frente a mí
como el fluir del arroyuelo lento,
como el regreso del marino al puerto.
Tengo hoy la Muerte frente a mí
como la niebla que se va del cielo,
cual rica presa al cazador experto.
Tengo hoy la Muerte frente a mí
como el paisaje del nativo pueblo
para el hombre que estuvo prisionero
y que retorna al fin a su nativo suelo...


(extracto de un poema egipcio de la época faraónica)

domingo, 25 de abril de 2010

Who Killed Mr Moonlight?



Un triste aullido a la luna
rayos desgarrados, regados por el inocuo suelo que lo vio nacer
la luz no guiría sus pasos;
eso dijo ella.
Tan sólo encendió un cigarrillo
y pasó de largo
con sus ojos grises
y esa vieja mirada anhelante
cansada...
resistiéndose a todo
a todos...

Una sincera falacia salió desde sus labios.
La habría dejado si hubiese podido
pero no...
sus manos estaban atadas
su cuerpo estaba atorado en aquella mente
en aquel corazón...
y ella era tan frágil
tan pequeña
tan ilusa, quizás...
tan
mortal.

Lágrimas a medias...
un soplo acabó la fiesta
las velas se apagaron
pero no había un pastel de cumpleaños...

The Sanity Assassin


Preguntó si estaba seguro de todo...
No, lo estaba… Pero eso qué importaba ya.
Viviendo entre cínicos, aprendes cómo convertirte en uno con impresionante facilidad. Mirando aquellos mortales, ir y volver… ya nadie se queda por mucho tiempo, ¿saben?, menos aún un ‘para siempre’.
Ese era el inicio de un fin anunciado en el prefacio... Ella jamás leyó la introducción; sólo echó un rápido vistazo y fue directo al primer encuentro; en dónde él habló con oscuras palabras, y una seductora mirada de absoluta indiferencia. No, ella no reparó en las previas advertencias de aquel autor… el tiempo apremiaba, así que se dirigió con presteza a la parte en que él rasgaba su cuello; de derecha a izquierda, ¿o a caso era de arriba a bajo?... Sólo recordaba que había sido con dulzura y amabilidad.
Mis azules ojos se clavaron en los suyos: dos añorantes esferas color miel. Sus labios ligeramente separados; listos para una sonrisa… o un sollozo. Los míos, deformados por un sarcástico y burlesco rictus.
Pero ya había soñado con aquel cementerio antes. Era un escenario recurrente… las mismas lápidas, el mismo árbol… y aquella enrojecida luna manchada de sangre. No pudo haber una vuelta atrás mientras aún recordase aquel sueño… y vaya sí podía recordarlo.
Insistió nuevamente. Aún podía salvarse… salvarme… ¿salvarnos, a caso?
Pero no… Mr. Moonlight yacía muerto ya desde hace siglos atrás. Nadie le extrañaba mucho... Nadie me extrañaría a mí tampoco...
Era tan fácil amarla... era verdaderamente simple. Una frágil imagen de antaño... La había asesinado ya…antes, cuando el tiempo aún no era tiempo; cuando ella aún no había dado siquiera su primer respiro.
Esta vez la historia tendría un final distinto.
De pie, ante una vidriosa mirada, lancé mis estoques finales. Ya no hacía falta mucho esfuerzo para ponerla fuera de combate... Una virtual guerra que tan sólo se librara dentro de mí mismo: maldito y condenado espectador pasivo de una vida más que inservible.

Una última mentira piadosa... mi propio corazón mutilado

martes, 20 de abril de 2010

Bauhaus / Gotham



Aquellos sonidos llegaron entonces hasta sus oídos
...
mmm... estimulante como un pequeño sorbo de vida...




http://www.temadictos.com/642588339-bauhaus-gotham-dvdrip-1998

jueves, 15 de abril de 2010

Goodbye, John


tu mano se deslizó... cálida, como siempre...
un sopor tibio me arrastró a mi propia y callada tumba;
silencioso
como el hermitaño que me suele preceder... representar.
Una mentira que siempre se oyó a verdad segura en tus esquivos labios carmines,
mientras yo miraba al muchacho dentro de la jaula
'dócil... flexible... como un gato' pensé
Dentro de un caos que podría fulminarme - o no - en cualquier minuto
simplemente
me quedo y te miro pasar
atravesar la estancia
y sentarte allí
abstraída...
sin mirarme
No lo diré
pero no hace falta.
Una mirada de ojos cansados
el tiempo pasó
y me arrastró consigo mientras tú me mirabas desde tu orilla
tranquila
calma;
tan sólo
era una perdida más de tantas
no la primera, no la última
si quiera justo a la mitad...

Una enternidad... se resumía a la nada

lunes, 5 de abril de 2010

Ewa chce spac: Eva quiere dormir


Un sonido se oía distante; «a lo lejos alguien baila...a lo lejos» pensó entonces. El viejo y cercano teatro ubicado un par de cuadras más arriba estaba cerrado desde hace mucho tiempo; las lágrimas de otros jamás consiguieron ser borradas del todo, las grises sonrisas se quedaron plasmadas en las frías y sucias paredes colmadas del negro tizne fogoso de los leños gastados; del dulzón aroma a cigarrillos femeninos: rubor y cigarrillos...rubor y cigarrillos...tan sólo rubor y cigarrillos.
Se detuvo un momento el incesante murmullo del mundo externo hacia sus alejados paisajes misteriosos y demenciales...Un par de vueltas en el lecho y luego un vaivén de paralelismos inconexos que nunca logró descifrar. En la pared, la chillona máscara le anunciaba una perversa bufonada que parecía regalarle un reverencial y cruel final, al estilo de las tragedias griegas, y las modernas orquestas de cabaret barato.
El maullido en la ventana otra vez...
Recordaba cuánto la oyó gritar y suplicar aquella noche: tan sólo se trataba de una muchacha joven, ¿qué podía hacer ella, una niña a penas, para poder ayudarla? Eran muchos, quizás doce, y ella sólo una... «pude...pude haber corrido igual suerte», se repetía a modo de consuelo para espantar los fantasmas de su horrorosa cobardía. Pero nada ahuyentaba los espectros; ellos siempre estaban allí, siempre asechaban, nunca descansan, siempre despiertos, siempre alerta...siempre despiertos, siempre alerta...siempre despiertos, siempre alerta.
La colcha parecía escabullírsele entre la oscuridad. Movió su brazo, y cubrió su cabeza; una máscara de pálida porcelana coronada por un mar de hermosos y rebeldes cabellos oscuros; un tanto rizados, un tanto largos...olía a rosas...las velas, aquella noche...olían a rosas, sobre los candelabros cercanos al escenario, dispuestos por lo corredores y en su camerino...olía a rosas entonces, ahora lo recordaba. Olía a rosas.
Eva quiere dormir...Eva quiere dormir...
Somnolienta, una delicada y femenina figura se acerca al ventanal. La joven lleva puesta una bata de raso rojo, y sale al balcón, apoya su codo contra el barandal: sus ojos juveniles y ya cansados, tan oscuros, se posan en el infinito, un cigarrillo ocioso pende de su pálida mano. Tan inmaterial como el sueño de Morfeo, tan tenebrosa como la pesadilla de anoche...tan hermosa como la misma muerte.

sábado, 3 de abril de 2010

El espiral que desciende


Escaleras...
escaleras de cristal
sube, baja
y se detiene...

miró a aquel vacío
pero vaya,
se asombró de que el vértigo estuviese ausente...
la marea estaba tranquila a esas horas
y los relojes se habían detenido
en todos los rincones del mundo,
¿y qué importaba?,
a fin de cuentas
su alma era una...
a fin de cuentas,
era un caballero atemporal,
perdido en sus divagaciones
en las ensoñaciones perdidas y sepultadas en esos lugares inciertos
que ya no visitamos,
no por temor,
no por amor propio,
no por molestia,
no por tristeza
o melancolía...
solo por deber,
solo por rutina

se asomó lentamente
apoyado aún en la baranda...
se veía algo hondo,
no lo negaba...

se detuvo de pronto,
y pensó en todo:
en aquellas tristes sonrisas,
las falsas princesas,
las frases inconclusas
y las promesas a medias...
pensó entonces
en la fugacidad de la vida,
en lo pequeña que era cada alegría
que, a fin de cuentas,
no eran más que un pequeño pacto con el diablo

eso era la vida al fin de sus cuentas;
¿no?
una espiral que bajaba lentamente

y él ya no temía hundirse más...
esperaba aquel último suspiro,
lo anhelaba...
y le excitaba la idea de aquella última mirada
y la sensación final...
ya no luchaba contra sus demonios
había aprendido a quererles
y abrazarles dulcemente
con aquella tierna sonrisa de muchacho triste...
su vida entera se resumía a un único y solo propósito

una última calada al cigarrillo
y una mueca amable en su rostro...
el viento no le pareció tan frío...
la tierra estaba deshabitada, o eso parecía...
los jodidos gobiernos se habían colapsado
los hombres se exterminaron con una brutalidad sin precedentes
los sonidos se habían detenido
tras una barrera invisible de disoluta soledad...
helo ahí:
el fin de un mundo...
y helo a él ahí:
el Zaratustra que todo lo había anunciado

tonadas vinieron a su mente
eran sus acordes
que siempre creyó de otros,
pero entonces su corazón le hizo comprender
y tan solo meneó la cabeza con ligereza...
era la hora

se paró del otro lado de la baranda:
entonces recordó sus efímeros momentos felices...
qué bellos ojos oscuros,
y las palabras,
y los atardeceres,
y aquella primera silueta femenina,
y las briznas de pasto bajo su espalda...
¿y qué quedó después de eso?...
las eternas lágrimas cristalinas
los eternos reproches
el vacío absoluto...

su manos se aferraban ya sin ningún ánimo a aquella baranda...
una leve inclinación...
un hondo suspiro
sus ojos se cerraron
sus pies ya no tocaron el suelo
sus cabellos se dejaban guiar por la suave brisa...
una eternidad que duró sólo un segundo...
su vida entera se resumía a un único y solo propósito:
aquella silenciosa y lacónica muerte.

Un film acabado en el tercer acto


Destrozaré tu cuello suavemente; entre pétalos de rosas
marchitas y aullidos de placer…
los guantes de seda enfundan mis pálidos y largos dedos;
delgados,
ansiosos;
aferrándose a una nada que lo absorbe todo…
es un torrente de sangre y lágrimas,
es un prematuro epitafio,
es un epígrafe a media página,
es una luz oscura dentro de un delirio enceguecido
de dolorosa perversión estrafalaria,
impúdica,
carnal…
son los vejámenes sanguinarios de tus pesadillas,
son los puntos negros sobre el limpio cielo,
son los horrores a los que tanto temen,
son mis fantasmas estrangulándose a sí mismos
con una sardónica sonrisa de puta suicida…
Esta es sólo una muerte aparente:
‘aparente como todo’, te aseguro mientras tus
ojos dejan de seguirme;
más allá de mis ensoñaciones,
más allá de tus eróticos delirios in consumados,
más allá del bien y del mal
y de toda esta parafernalia barata.
Es una declaración de principios que nadie más
podrá comprender;
eres tú queriendo el sabor amargo de estos labios;
soy yo entrando en ti…
son tus inconfesados pecados,
son mis entrañas fundiéndose a las tuyas;
aquí; en tiempo presente y eterno
por siempre y para siempre
aunque aquel para siempre ya jamás exista;
aunque todo haya estado gastado desde aquel inexorablemente
trágico principio…
aunque todo esto sea el mismo pozo viejo y abandonado…
aunque deba asistir a mi propio funeral
y pronunciar mis mortuorias letanías grabadas
desde mi puño y letra.
Quiero extinguirte;
quiero perderme a mí mismo;
y estar más allá del bien y el mal,
y estar veinticinco mil pies bajo tierra;
y quedarme aquí,
arrastrando el tiempo,
degollando horas,
descuartizando minutos…
Quiero ser el soplo que doblegará tu llama,
y deseo ser bueno,
pero estoy sentenciado a ser el cruel y oscuro emisario
de Tánatos…
deseo ser un mártir y morir por tus bellos pecados;
y escucharte siseas a mi oído
las trágicas y macabras historias que nos son ajenas,
en lugares comunes
y mundo opuestos; paralelos.
Si tus ojos se cierran,
caeré inerte a tu lado;
exhalando un último respiro mortal:
dulce agonía.
La muerte es de los mortales,
querida mía…
la muerte es un paso y un cambio;
es el todo y la nada que jamás conoceremos…
porque somos más grandes que esto,
más inmensos que la eternidad…
dos falsos ídolos de las eras negras que han caído
de sus estrellas y han venido a regocijarse
entre tantos regueros de sangre
y lágrimas suplicantes…
No es crueldad,
dulzura,
es sabiduría,
es estupidez,
es seguridad,
es destrucción,
es dualidad,
es… eternidad.

Acto final


La tierra tragaba su lastimero último trágico aliento en las avenidas del Valle de la Muerte…
Desolación inconmensurable alrededor de un subterráneo agujero que amenazaba con desvanecernos entre acero oxidados y cadáveres que aún respiraban los
suplicios irreverentes de la pálida necro nómica muerte alzada sobre las miles de cabezas; entre aquel humano mar de esperanzas rotas; aquel lugar en el cual
estábamos sumergidos tú y yo, amor mío, ambos en contrarias orillas de una misma tempestad, luchando por acercarnos a pulso vacilante entre las miles barcazas
siniestras y destruidas…

Miré a mi alrededor con un dejo de secreto sarcasmo.
- Estúpidos y nada más.

La lastima corroía el anacrónico cobertizo de mis esperanzas perdidas, mientras me adentraba entre las marejadas de miseria humana; alcanza la telúrica-tétrica
orilla de mi soledad inconmensurable.

El Vampiro se había quedado solo.

Las paredes comentaban la decadencia de las sociedades infernales que vieron morir antes del amanecer y sus ocasos... La tierra toda era un triste manojo de
hierro y estrellas muertas... días pasados entre los agujeros cuánticos.

La muerte toda era un suceso excitante en la dimensión paralela de tu vida efímera... Las manos se entrelazaban bajo las tórridas aguas oscuras y un último beso,
lanzado al aire, esperaba por convertirse en aquel final anunciado.

El triste ángel sorteaba los obstáculos.

La riberas no podrían con todo esto...somos demasiado para la misma muerte y tan sólo nos embriagamos, con las conciencias atadas, sobre el viejo diván;
como solía ser, de la única vieja y gastada manera que ambos conocemos. Mis labios sobre tu cuello...un difuso aroma a gloria... unos afilados colmillos que
presionan contra tu frágil carne, justo antes de que sean mis propias y monstruosas manos las que lo despedazan, lenta y dulcemente.

Nos hemos quedado solos, querida mía...

Ya las luces se pudren, mientras te beso con una frialdad abistamente cándida, y te pierdes en el fulgor mortecino de tus propias pupilas reflejadas en las mías... El
fuego lo consume todo, y el puto mundo se borra de nuestras mentes, pero aquí estamos, a final de cuentas. Me enrredo entre tus piernas mientras mis manos bajan
lentamente... Una cálida espada penetra entre tu frágil sonrisa de niña inocente. Dos pequeñas palomas blancas sobre mi espalda...
Ahí ha quedado el último resquicio de mi 'yo', seda negra, con botones y un siempre prático bolsillo cerca del corazón... Ahí ha quedado el último bastión de tu
dudosa 'moralidad', fina tela color violeta de encajes y ribetes... la cinta que llevabas por cinturón...

Un rápido movimiento y me encuentro en lugar apropiado... Aquí es donde comenzó el mundo, ¿sabes?... inserto entre tus tiernas entrañas, como un acto de asquerosa depravación morbosa, mientras de fondo tan sólo se oía la ópera de la creación absoluta, saliendo desesperadamente desde tus labios; dulces gemidos para la bestia que, suave y sádicamente, arremetía una y otra vez contra la virginal doncella, que pronto, dejaría de serlo.
Aquí es donde comenzó el mundo... inserto entre tus tiernas entrañas, cuando el corrupto monstruo, cómodamente reclinado contra el diván, acariciaba la perdida rosa blanca... senos de pálido marfil bajo uñas pintadas de riguroso negro... Cálido néctar brotando de mi pálida espalda: los desesperados rasguños finales de un mundo que agoniza en un abismo de lacerante placer.
Fue entonces cuando escribimos juntos aquella enigmática primera canción que dio nombre y forma a la humanidad toda... líneas que fueron entonadas entre sudor y sangre. Gemidos a la luz de la luna, bajo la muerte absoluta.

Es el fin... es el fin, amor mío. Duermes desnuda sobre mis piernas... te abrazo queriendo retenerte entre mi latente deseo de asesinato y mis ansias de eternidad... Cavilo...
Alicia se ha dormido, pero el peor peligro no son sus pesadillas, sino el hombre de triste semblante que vela sus placidos sueños...

The new pervert-porno show


Un sorbo de eternidad...
las cadenas rasgan los tristes recuerdos enterrados en el prematuro olvido
de escasos tiempo
de muertes infartantes...
Tacones altos que golpean el suelo...
un dejo de maldito sarcasmo pasado de moda;
medias de red y cigarrillos mentolados;
navajas sin filo
labiales sugerentes
y el rimel corrido...

Un estupido intento de romper su propio cráneo;
taladrantes sonidos superfuos afluyen, rehuyen y disminuyen desde las callejas,
añejas reproducciones disonantes piezas sonoras de un
error horrorifico...
palabras al azar inmersas entre sus filias y fobias
entre las tibias y obvias sábanas de blanco raso...

Sadismo sintético resumido al neurótico cinismo ético;
una esposa que une dos vidas paralelas
para-siempre-jamás
-o sólo hasta que me harten-
destruir por destruir, incurrir en la brutalidad de una escena macabra
al subir la mente al pozo de sus inconexos rezos orgiásticos.

Una mordaz llamada
dos lágrimas
un abrazo
-es un buen espectáculo-

Horror decrece en miradas
gritos de piedad y plegarias a un dios que poco sabe de su abandonada creación divina.
El cuero silencia el infierno
la sinfonía es acallada por el nervioso compás...