sábado, 3 de abril de 2010

Un film acabado en el tercer acto


Destrozaré tu cuello suavemente; entre pétalos de rosas
marchitas y aullidos de placer…
los guantes de seda enfundan mis pálidos y largos dedos;
delgados,
ansiosos;
aferrándose a una nada que lo absorbe todo…
es un torrente de sangre y lágrimas,
es un prematuro epitafio,
es un epígrafe a media página,
es una luz oscura dentro de un delirio enceguecido
de dolorosa perversión estrafalaria,
impúdica,
carnal…
son los vejámenes sanguinarios de tus pesadillas,
son los puntos negros sobre el limpio cielo,
son los horrores a los que tanto temen,
son mis fantasmas estrangulándose a sí mismos
con una sardónica sonrisa de puta suicida…
Esta es sólo una muerte aparente:
‘aparente como todo’, te aseguro mientras tus
ojos dejan de seguirme;
más allá de mis ensoñaciones,
más allá de tus eróticos delirios in consumados,
más allá del bien y del mal
y de toda esta parafernalia barata.
Es una declaración de principios que nadie más
podrá comprender;
eres tú queriendo el sabor amargo de estos labios;
soy yo entrando en ti…
son tus inconfesados pecados,
son mis entrañas fundiéndose a las tuyas;
aquí; en tiempo presente y eterno
por siempre y para siempre
aunque aquel para siempre ya jamás exista;
aunque todo haya estado gastado desde aquel inexorablemente
trágico principio…
aunque todo esto sea el mismo pozo viejo y abandonado…
aunque deba asistir a mi propio funeral
y pronunciar mis mortuorias letanías grabadas
desde mi puño y letra.
Quiero extinguirte;
quiero perderme a mí mismo;
y estar más allá del bien y el mal,
y estar veinticinco mil pies bajo tierra;
y quedarme aquí,
arrastrando el tiempo,
degollando horas,
descuartizando minutos…
Quiero ser el soplo que doblegará tu llama,
y deseo ser bueno,
pero estoy sentenciado a ser el cruel y oscuro emisario
de Tánatos…
deseo ser un mártir y morir por tus bellos pecados;
y escucharte siseas a mi oído
las trágicas y macabras historias que nos son ajenas,
en lugares comunes
y mundo opuestos; paralelos.
Si tus ojos se cierran,
caeré inerte a tu lado;
exhalando un último respiro mortal:
dulce agonía.
La muerte es de los mortales,
querida mía…
la muerte es un paso y un cambio;
es el todo y la nada que jamás conoceremos…
porque somos más grandes que esto,
más inmensos que la eternidad…
dos falsos ídolos de las eras negras que han caído
de sus estrellas y han venido a regocijarse
entre tantos regueros de sangre
y lágrimas suplicantes…
No es crueldad,
dulzura,
es sabiduría,
es estupidez,
es seguridad,
es destrucción,
es dualidad,
es… eternidad.

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